agosto 23, 2010

Niñez, Pobreza, Abusos Policiales

Por: María Inés Drago

Soy María Inés Drago, abogada, y trabajo con el grupo de “La Búsqueda” desde el año 2003.
Lamentablemente, mis primeros trabajos con ellos fueron a partir del abuso, maltrato y detenciones indebidas que llevaban adelante las fuerzas policiales. El grupo trabajaba en el Bº Centro y los chicos eran víctimas de estas conductas al llegar o al retirarse de la casa donde funcionaba el proyecto.
Esto continúa sucediendo. Pero no sólo en “el centro”, sino también en sus propios barrios, o en los accesos a ellos. En numerosas y reiteradas oportunidades, la referida población es víctima de “atropellos” por parte de las autoridades policiales. No queda claro el objetivo perseguido (algunas veces refieren cuestiones de seguridad, protección del “menor”, etc.), pero sí es evidente el daño causado a las víctimas de dichas conductas. Estos “menores” (así nombrados por las autoridades) son detenidos en la calle, revisados en su cuerpo y pertenencias, trasladados a dependencias policiales y, en la mayoría de los casos, sufren golpes y agresiones, físicas y psicológicas. Y no interesa al personal interviniente que no se encuentren “en flagrante comisión de delito” o fueran sospechados de conducta sancionable legalmente. En muy pocas situaciones se esgrimen argumentos que rayan lo ridículo, como “es por su seguridad...”, dado las situaciones a que se ven expuestos a continuación.
Generalmente, estos niños o jóvenes sienten temor de denunciar hechos como los referidos anteriormente, por amenazas directas sufridas por parte de quien los “ataca” o por sentimientos de abandono y discriminación inculcados y sostenidos a través de acciones como estas por nuestra sociedad.
En la mayoría de los casos se violan normas legales, contenidas en diferentes cuerpos normativos, a los que más adelante haremos referencia.
En la mayoría de las situaciones que las víctimas describen, el procedimiento es el mismo: los “menores” son detenidos mientras se encuentran circulando en la vía pública; son revisados en sus pertenencias y en sus ropas (algunas veces llegan hasta hacerlos desnudar en la calle); a veces reciben algunos golpes; se los increpa, acusándolos de portar armas o drogas (nunca, en ningún caso, estos procedimientos fueron positivos); y en algunas oportunidades son trasladados hasta dependencias policiales, donde pueden pasar algunas horas y hasta la noche siguiente, sin que en estos casos se cumplan los procedimientos ordenados legalmente.-
Los niños y jóvenes son permanentemente “sospechados” y demorados en comisarías para el cumplimiento del famoso artículo 10 bis, sobre “averiguación de antecedentes”. Hay patrullas del conocido “comando” apostadas en numerosas esquinas del centro de la ciudad, a la espera que estos chicos, en apariencia “peligrosos”, pasen cerca de ellas para ser aprehendidos y demorados. Y como es de público y notorio conocimiento, las Comisarías no cuentan ni con instalaciones, infraestructura ni personal suficiente para que dicha demora sea cumplida legalmente. No cuentan con teléfono para que estos chicos hagan una llamada (y si cuentan con teléfono, no les permiten la comunicación), no pueden ser alojados en lugar separados de los detenidos que se encuentran en esas dependencias, etc., es decir, en privilegio de la tan exigida y perseguida “seguridad ciudadana” se vulneran derechos elementales y se infringen leyes constitucionales.
Si la actuación estatal (en este caso, de la policía) no puede ser practicada en las condiciones en que la ley lo determina, dentro del estado de derecho, la misma no puede prosperar. Pero en nuestra ciudad, la misma es llevada adelante, en las condiciones que existen y como sea, sin importar la vulneración de los más básicos derechos civiles, sociales y humanos establecidos por nuestra Constitución Nacional.
A raíz de estas situaciones, hemos presentado denuncias ante la Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia; la Secretaría de Seguridad Comunitaria de la Provincia; la Secretaría de Control de Seguridad de la Provincia; la Secretaría de Seguridad Pública de la Municipalidad, entre otras.
Desde hace unos años, somos parte de la “Mesa de Infancias”, junto con otras organizaciones de la sociedad civil, preocupadas ante esta problemática. Desde allí, hemos provocado reuniones con funcionarios de las diferentes áreas de gobierno (provincial y municipal), de las cuales surge que no hay un procedimiento accesible y preparado para hacer las denuncias pertinentes y, menos aún, prevenir estos “atropellos”.
También hemos elaborado un folleto que describe las reacciones que debemos tener al ser víctimas o presenciar estas situaciones, en el cual hay un teléfono al que podemos llamar para hacer las denuncias pertinentes.
Es evidente que las conductas ut-supra referidas encuentran su origen en un hondo sentimiento de discriminación y violencia, del que son víctimas estos niños y jóvenes. Nos referimos en nuestras denuncias a casos puntuales de los que hemos tomado conocimiento por tratarse de personas que concurren a nuestra institución, pero situaciones como estas son soportadas a diario por estos chicos de bajos recursos, a los que no se les reconocen los derechos que por ser sujetos de derechos les corresponden, ya que están así consagrados legalmente. Los referidos derechos les corresponden y asisten, independientemente que los funcionarios de turno así lo consideren o entiendan. Devienen de un poder más alto, soberano: del pueblo, quien, a través de sus representantes, crea las leyes necesarias para su protección y para la atención de su debido desarrollo como seres humanos.
Dentro del marco normativo que referimos, se encuentra en primer lugar nuestra Constitución Nacional, junto con los tratados internacionales a ella incorporados, y que gozan de rango constitucional. Especialmente hacemos referencia a la Convención sobre los Derechos del Niño, norma superior que rige en la materia y a la que estamos obligados a adecuar nuestros ordenamientos internos, en virtud de su incorporación constitucional. Para cumplimentar con esta obligación, se sanciona en el orden nacional la Ley N° 26.061, de “Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescente”; y su par provincial, Ley N°12.967. También hacemos mención a la “Ley Antidiscriminación”, N° 23.592, que sanciona conductas como las relatadas en esta presentación. Y, finalmente, las normas procesales vigentes en la materia, como el Código Procesal de Menores de la Provincia de Santa Fe.-
Desde “La Búsqueda” consideramos que el camino para cambiar estas realidades se transita a partir de oportunidades y de promoción. Se trata de crear ciudadanía, para que todos seamos incluidos en un proyecto de ciudad, de país. Está suficientemente demostrado que la violencia no se supera con más violencia, por lo que tendremos que ponernos a trabajar, con creatividad, para comprender mejor estos fenómenos y encontrar posibles soluciones, que no traigan consigo el necesario “costo” que significa para algunos sectores, en un supuesto beneficio de otros.

agosto 15, 2010

Estuvimos en la Feria del Libro de Santo Tomé

El fin de semana pasado, la revistas que integramos RISA estuvimos con la revista en la 9º Feria del Libro de Santo Tomé, gracias a la invitación del periódico Comunidad de esa localidad santafesina.
Como siempre, compartimos experiencias y problemas en común, esbozamos ideas, soñamos un poco y proyectamos con los pies en la tierra. En el marco de la Feria se hizo un panel sobre “revistas comunitarias” donde contamos nuestros proyectos al público presente en la sede del club Unión.
La Feria se realizó entre el 5 y el 8 de agosto y contó con un stand compartido con otras revistas comunitarias de la región. Con nueve años de continuidad en la localidad santafeina de Santo Tomé, ofrece una atractiva programación en la cual se integrarán múltiples manifestaciones del arte y la cultura, sosteniendo la presencia del libro como protagonista central del evento.

El panel realizado el sábado 7, coordinado por Luis Martínez de Comunidad.

marzo 06, 2010

Los intereses de los medios comunitarios

La nota editorial del número 77 de La Pulseada (marzo de 2010), titulada "Nuestro interés", que transcribimos a continuación, reflexiona sobre la agenda de medios comunitarios como los que integran RISA, nuestra red de emprendimientos sociales y editorial de calle.

Hace poco menos de un siglo, cuando la radio dejaba de ser una experiencia de aficionados para convertirse en un medio masivo, se generó en distintos países un debate sobre su uso, el modo de financiación y especialmente sus contenidos. Se confrontaron dos grandes modelos o filosofías, identificadas a veces por una denominación continental. El modelo americano fue eminentemente comercial: distintas empresas montaban emisoras y las sostenían mediante publicidad. Por su parte, cierto modelo europeo se caracterizó por el “servicio público”: el Estado financiaba la producción y la transmisión de una determinada programación. No viene al tema discutir cada experiencia: en algunos casos, los medios devinieron en propaganda partidaria dirigida por el gobierno de turno; en otros hubo experiencias interesantes de gestiones autónomas y plurales.
Con la gestión comercial no hubo tanta variante: lo que no es rentable, queda fuera. Así sucedió con la radio y luego con la tele. La aparición de medios comunitarios, aún en escalas pequeñas y con sus dificultades para financiarse, siempre llevó aire fresco al panorama mediático, por no tener ataduras con el poder estatal pero tampoco fines de lucro.
Algo interesante de aquel debate es que los partidarios del lucro empresarial denominaban a su proyecto “la radio democrática”, alegando que es la que “da a la gente lo que quiere”. Mucho de esa ideología que confunde democracia con libre comercio llegó hasta nuestros días.
En nuestro país, donde el sistema mediático está dominado por empresas comerciales, “la gente” mira a Tinelli porque “es lo que le gusta”, y tenemos “libertad” porque podemos hacer zapping entre 45 canales, aunque sean todos iguales.
¿Qué le gusta a la gente? Evitemos, por esta vez, discutir la ficción de hablar de “la gente” como algo existente y homogéneo. ¿Qué quiere ese sujeto que llamamos gente? Nos preguntamos eso muchas veces, en la redacción de La Pulseada, cuando nos llegan críticas porque la revista habla de temas que “no le interesan a la gente”.
Pero ¿qué le interesa a la gente? ¿Por qué le interesa? ¿Y cómo conoció la gente eso que le interesa?
Hablemos con sinceridad: ningún directivo de un medio pensado con la lógica del lucro dedicaría una portada a la historia de un desconocido. ¿Quién conoce a Luciano Arruga? ¿A quién podría interesarle alguien a quien no conoce?
Pero si “lo que interesa” está dicho de antemano, la historia silenciada de un pibe pobre desaparecido por la policía nunca podrá ser noticia. ¿A quién le interesa? A nosotros nos interesa. Y quisiéramos que también a los lectores.
Arrancamos 2010 deseando que sea un año de fortalecimiento de la revista. Entre otras cosas, trabajamos mucho en mejorar la distribución, siempre sin resignar la circulación “alternativa” que nos permite dar una fuente de ingresos a familias necesitadas (desde este número la revista aumenta un peso justamente para poder aumentar ese ingreso). Por eso agradecemos que nuestros lectores de siempre nos avisen si no reciben la revista o tienen algún problema. Y queremos también sumar lectores; por eso incentivamos que otros se suscriban.
Sin embargo, no admitimos conseguir lectores a cualquier precio. Porque bien podríamos dedicar la tapa a Verón hablando de sus expectativas sobre el Mundial, anunciar con letras gigantes la presencia de un narco mexicano o narrar la experiencia de un comerciante robado dieciséis veces en un mes. Sería ganar lectores perdiendo una batalla, la que quería dar Carlitos Cajade cuando fundó esta revista. Sería abandonar esa militancia de ideas por un “país con infancia”, con guardapolvo, con pan y con trabajo.
Seguiremos entonces tratando de hacer una revista atractiva, completa, honesta, profunda, sin renunciar a esos principios. Si la crisis de un club de barrio, la inocencia de los pibes atrofiados por el hambre y el paco, o la devastación de los recursos naturales, por dar algunos ejemplos, no le interesan a “la gente”, trataremos que les interesen, en lugar de borrarlos de nuestra agenda.
Creemos que una comunicación verdaderamente democrática es aquella que permite que más voces se escuchen. Incluso las que hablan bajito y a las que nunca se les presta atención. Las de los que no tienen recursos para defender sus intereses. Las que cargan con la pesadumbre de una injusticia flagrante. Las que vienen de donde no hay más presencia del Estado que la policía que reprime. Las que nos dicen que un pibe de barrio desaparecido por negarse a robar para ellos, no puede sernos indiferente.

enero 17, 2010

100 MESES DE COMUNICACIÓN

Este mes de enero Revista Barriletes cumplió 100 meses de comunicación y trabajo Solidario.
En esta pequeña muestra de fotos, un poquito de nuestra historia.